Antonio Chacón García, como bien lo definió Fernando el de Triana, fue el primer revolucionario del cante andaluz, es decir, del flamenco. Su voz era una melodía extraordinaria; su modulación facilísima y tanto las notas graves como las agudas, las ejecutaba con un sonoridad extraordinaria. En sus grabaciones, aunque como podemos apreciar, Chacón canta lo que en flamenco llamamos de falsete, se puede observar perfectamente su técnica, y su forma de interpretar y expresar el cante.
Chacón tenía una voz según dice quien lo escuchó: gruesa; de hecho, los que oyeron sus primeras grabaciones con el maestro Habichuela en los años 1908 a 1913 dan fe de ello. Antes había grabado en cilindros de cera con Miguel Borrul. La transformación de su voz fue el resultado de una serie de enfermedades físicas que padeció, siendo por esto por lo que tuvo que adaptarse a cantar de falsete en su última época de cantaor, coincidiendo con el momento de su mayor producción discográfica. También grabó con Perico el del Lunar y con Ramón Montoya.
Antonio Chacón García nació en Jerez de la Frontera el 16 de mayo de 1869, de padres desconocidos. Fue adoptado por el matrimonio formado por Antonio Chacón Rodríguez , de profesión zapatero y María García Sánchez. Ya desde niño se aficionó de tal manera al cante flamenco, que sólo vivía pensando en poder acudir por las noches a los tablaos para escuchar a los cantaores que allí actuaban. Con trece años, ya se reunía con Javier Molina y el hermano de éste, que era bailaor, para actuar en cualquier fiesta, boda o reunión que se les requería, cuenta Alvarez Caballero. Con ellos empezó Chacón su caminar artístico de pueblo en pueblo hasta llegar a los cafés cantantes siendo el cantaor mejor pagado de su tiempo.
En la fotografía con el periodista Juan Ferragut
La aportación de Antonio Chacón al flamenco fue muy significativa, ya que aparte de ser un creador, también recuperó para nuestro deleite algunos cantes que estaban en desuso, tales como: la Caña o el Polo, a los que dotó de una musicalidad y una cuadratura que hasta entonces no tenían; ralentizó el cante por tangos que es lo que hoy conocemos por tientos. También hizo popular el Mirabrar, pero sobre todo el cante por caracoles. Dejó su impronta en su paso por Cartagena, Almería, Granada y, ¡como no! En Málaga, que como sabemos creó seis estilos de malagueñas de las llamadas nuevas a partir de la llamada malagueña del Mellizo, pues lo que se conocía por malaguñas era la que hacía Juan Breva, que era un cante abandolao como ocurría en Granada con la granaína, y que por primera vez escuchó de África la Pezeña en el café del Burrero en 1886. Lo que oyó Chancón, de África es lo que hoy conocemos por fandangos de Albaicín, llamados también de Frasquito Yerbabuena, en los que él se recreó para crear su granaína y media, ya que según decía Chacón se le quedaba chico dicho cante.
Igualmente nos dejó su sello en los cantes mineros, aunque como sabemos lo que más le gustaba cantar a Chacón eran los cantes gitanos, como él los llamaba, pero se tuvo que pegar a las nuevas corrientes si quería subsistir, ya que era lo que prefería el público que se congregaba en los llamados cafés cantantes. No debemos de olvidar que Chacón fue el eslabón del cante primitivo con el actual. Para terminal, recordar un comentario que hizo Manolo de Huelva, quien dijo que nunca había cantado nadie como Tomas Pavón y Chacón.
La historia del flamenco tuvo su punto de inflexión, cuando se encontraron Don Antonio Chacón y D. Ramón Montoya
Arturo Fernández.
Esta era su letra favorita
En la tumba de mi madre
a dar gritos me ponía,
y escuché un eco del viento:
No la llames, me decía,
que no responden los muerto.
El cante jondo es como una herida punzante, que abre tu pecho para que salga todo un halo de sentimientos. Arturo Fernández.