FLAMENCO JONDO

FLAMENCO JONDO DE ARTURO FERNÁNDEZ

12/6/23

POR LA LUZ DE LOS SILENCIOS

POR LA LUZ DE LOS SILENCIOS

Introducción

Llegué a este mundo un gélido día de diciembre - concretamente un martes y trece, de 1949-, no sé si tengo que decir; si el nacer en este día "me ha traído mala suerte" como se suele decir, o no. Yo personalmente no creo en estas cosas, el caso es que aquí seguimos dando que hacer.

Como todo ser humano cuando somos niños y adolescentes tenemos sueños y, el mío, como el de casi todos los niños, era llegar a ser futbolista -cosa que no se me dama mal-, pero que al final no pudo ser, ya que se cruzaría en mi vida un soplo de viento fresco, en el que venía envuelta una rosa aterciopelada llena de fragancia, que ya me acompañaría en este caminar de la vida, casándome muy joven y adquiriendo una responsabilidad que no me permitiría conseguir mi sueño del balón.

Luego, sin casi darme cuenta, poco a poco me fui adentrando en el mundo del flamenco hasta llegar a ser semiprofesional, compaginando esa nueva aventura con mi profesión en el Servicio Andaluz de Salud.

Como digo en el mundo del flamenco tuve la dicha de compartir escenario con artistas de la talla de mi paisano Enrique Morente, Fosforito, Menese, José de la Tomasa etc...

En mi larga carrera artística creé varios grupos flamencos, he varias obras poéticas musicales, también fui presidente y uno de los fundadores de la Peña Flamenca "El Polinario" -hoy, por desgracia desaparecida.

Mi faceta poética posiblemente se deba a la inquietud de estar siempre haciendo algo cuando no estoy oyendo o estudiando este mundo tan complejo como es "el mundo del flamenco", pero quiero dejar claro que esto se ha ido creando a lo largo del tiempo y sin que me diera cuenta, pues escribía un poema y lo guardaba sin darle importancia, pues ¿quién en su adolescencia no no ha escrito un poema a un amor de juventud? 

Así, posiblemente empezaría a sentir el gusanillo de escribir, un día me di cuenta de que tenía unos cuantos poemas escritos, y la decisión de publicarlos no ha sido otra que el objetivo de que no vayan a ir a la papelera el día que parta de este mundo.





LA TARDE TE ESPERABA
                                                                            A Isabel con amor


¡Me acuerdo
cuando bajabas
y al pasar por Fajalauza
el arco se iluminaba!

Al otro lado del arco,
impaciente yo esperaba,
y un silencio de ojos
en mi pecho se clavaba.

Bañada de azul y ocre 
la tarde nos esperaba,
nos perdíamos en silencio
por los aljibes del agua.

Corríamos las callejas
y las placetas al alba;
y bajábamos al río
para ver correr el agua.

Adentrándose la noche,
la tarde se retiraba,
embrujada por la luna
que quería ver tu cara.

¡Ay, calles del Albaicín,
donde yo siempre soñaba,
encontrarme un día contigo
en los albores del alma.

Arturo Fernández.


Prólogo

Mi buen amigo, Arturo Fernández, al que hace ya años conocí un buen día por esas casualidades de la vida, me pide ahora con motivo de la publicación del libro "POR LA LUZ DE LOS SILENCIOS" que escriba unas líneas a modo de introducción de su obra. Y, yo que estoy agradecido y encantado de hacerlo. Primero: porque somos amigos desde hace ya bastantes años y, segundo, porque se trata de una obra que recoge muchos momentos de su vida; una vida llena de arte y esfuerzo al que día a día ha ido pudiendo con ella hasta hacerla más grande, si cabe, y más intensa.

En estos años de amistad -entre otras cosas-, he podido apreciar su arte, su talento y sus ganas de aprender y conocer la esencia del flamenco; ese Cante Jondo, del que refiere: "es como una herida punzante, que abre tu pecho para que salga todo un halo de sentimientos", que lo lleva en sus venas y del que antes o después saca a relucir, en forma de comentarios o, simplemente de entonar cualquiera de sus numerosos "palos" de los que él, hace gala conocer.

Porque además de cantaor, Arturo Fernández es estudioso y poeta; esa poesía que le sale a borbotones y de la que en más de una ocasión ha dedicado, como lo hace ahora en este libro, a los muchos cantes de su tierra andaluza, al igual que a los de otras regiones de esta España nuestra. Y, siempre con el propósito de que sepamos algo más, los que somos aficionados a este arte y a todo lo que encierra en sí mismo.

No conforme con ello, su familia también está presente en este libro, en especial su mujer, Isabel, al igual que algunas figuras insignes del cante y de las letras granadinas -y por que no decirlo-, de amores y desamores, de emociones y sentimientos, que como ser humano alberga, y que ahora, llegando al final y por miedo a que se pueda quedar en el olvido, ha preferido plasmarlas por escrito y publicarlas.

Ya sabemos lo que pasa con estas cosas que uno escribe, pero que las guarda en el cajón, y al final se acaban perdiendo, como si nunca se hubieran escrito.

De ahí, que "mis poemas" -dice el poeta-, sean ante todo un intento y un deseo de dejar su recuerdo para los que quedan, empezando por él mismo como expresa en su "Baja de San Ildefonso" yéndose a su niñez; esa niñez a la que volvemos a medida que se cumplen años, el pelo se vuelve blanco, y vamos envejeciendo, sin olvidar nunca aquella placeta testigo de nuestros juegos y de los primeros pasos, buscando quizás un amor muchas veces correspondido y otras, no tanto, pero siempre esperando. 

Onésimo Guijarro Barba.





Cuando el cantaor y el poeta se encuentran por las calles del corazón, se miran en los espejos del alma; nacen versos, cantes, ecos, lamentos, penas y alegrías, que del presente al pasado emanan. Gritan los silencios en esperanza, permanecen unidos, cosidos al tiempo.

Porque la llama de los recuerdos, nadie - mientras haya vida - la apaga.

José Antonio Corpas.

Poeta y compositor.




A Enrique Morente Cotelo


¡Ay! 

Calles del Albaicín guardad silencio,
que la muerte no es deseada
y te ha herido por dentro.

Tembló la tarde, en silencio,
un silencio roto, herido,
agónico de sombra y bruma.

la sombra trágica de la muerte,
aquella tarde destemplada,
revoleteó sobre los tejados
enmudeciendo el aire de Granada.

El tiempo quedó inmóvil
esa tarde de otoño inusitada,
quedando tu voz ahogada 
en un silencio infinito.

¡Ay! Triste corazón abatido.

Por la vega de Granada
corre un aire entristecido
ultrajado por los golpe
lastimeros de cuatro cirios.

Pero el dolor no es finito
porque jamás tú te has ido
y en el barro fecundo del alma
indeleble quedó tu grito.

Porque queda tu "quejío"
y el eco de tu garganta,
y tu cante esculpido
en pedazo de crista.

Arturo Fernández.


Cuando dos ríos están predestinados 

a cruzarse en sus cauces;

irremediablemente,

seguirán unidos

hasta morir en el mar.

Arturo Fernández.




ROMANCE, LA LUNA Y EL CANTAOR

                                                (A mi amigo Arturo Fernández)


Los quejíos de un fandango
hacen eco en la vega
la dulce flor de un naranjo
donde Arturo canta y sueña.

Cuando la luna aparece
por el camino sombrío
su luz de dulce reflejo
le conquista hasta el "sentío".



Por la calleja de piedra
con el yunque por sus venas
su lamento a petenera
se enredaba hasta en la yedra.

Aquella voz que el poeta
soleá y amor vistió,
hoy la escribe este maestro
con pluma, queja y pasión.

Marijose Muñoz Rubio.











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