Dentro de los diversos bailes de danza que más han proliferado en España, uno de ellos ha sido sin duda, el fandango. Según algunos historiadores de nuestras danzas, se debió de conocer a finales del siglo XVII o principios del XVIII.
En cuanto a los antiguos cantares en castellano, los eruditos se las tienen que ver con problemas múltiples y variados. Es indudable que en todos los pueblos y en todas las latitudes se han festejado con instrumentos y poesías sencillas los acontecimientos más notables de cada sociedad: las bodas, los funerales, la recolección de la uva o del grano, las actividades paganas o religiosas etc.
El fandango es un baile típico de España, siendo una de las formas populares más antiguas. De procedencia Andalusí, la mayor parte de las piezas musicales están íntimamente ligadas al baile, siendo su expresión central el fandango.
Las primeras noticias que se tienen distan de un documento escrito en latín por el Dean del Cabildo de Alicante de 1712; se trata de una descripción del Fandango de Cádiz. Según este documento, los pasos del fandango eran bailados lo mismo por hombre que por mujeres, en pareja o en cuadrilla. Es variadísimo el repertorio de la canción popular, en todas las regiones o autonomías, como le queramos llamar, de España, pero lo que yo quiero destacar aquí son los fandangos de Granada y su provincia, que desgraciadamente se están perdiendo porque la clase política que son los que deberían de velar por nuestra tradiciones no les preocupa lo más mínimo.
Empezaremos como no, por el fandango llamado de Graná o del Albaicín. Este fandango, de clara influencia árabe como todos los de la provincia, con cierto aire campesino en sus principios, se bailaba en las Zambras del Camino. Su ritmo y cadencia le dan un toque de elegancia, con acompañamiento de guitarra, laúd y bandurria. Su adaptación coreográfica para cuatro mujeres, forma parte del repertorio de las danzas típicas. Este fandango es llamado hoy en día también, como de Frasquito Yerbabuena, por ser quien lo paró para cantarlo solo sin baile.
Puebla de Don Fandrique: Este Fandango es sin duda alguna, uno de los más interesantes monumentos flolclóricos de nuestra provincia. Sus vestimentas, la vistosidad de los Cascamorras, y el ritmo vivo de la danza, nos trasportan a un mundo inrreal en el que trasciende el recio espíritu de sus gentes.
Fandango de Otívar, llamado también robao de los cortijos. Este baile aunque con ligeras variantes, se ejecuta en toda la Alpujarra. Otívar es un pequeño pueblo situado en la Sierra de Cázulas. Estos fandangos se solían bailar como forma de diversión en las casas y cortijos, y la función que tenía era de animar y encauzar el galanteo de la pareja, según Antonio Novo uno de los últimos cantaores de este fandango. Hoy en día el cantaor Ángel Rodríguez "Chanquete" es quien se prodiga bastante en este cante, ya que aunque criado en Granada es natural de Otívar.
Como centro de la costa, Motril también tiene su fandango bailable, el Zángano de Motril; como se desprende de su nombre, se observa difícilmente cómo los hombres ejecutan los pasos en torno a las mozas: las zanganean, se suele bailar en tresillo, formado por tres figuras iguales que se tocan en el tiempo que se deberían tocar dos. Esta danza alegre y bulliciosa está compuesta por dos mujeres y un hombre.
Almuñécar, pueblo fundado por los Fenicios es un claro ejemplo de los múltiples tesoros que posee. Entre estos tesoros hay que resaltar su fandango cortijero o de Almuñécar. Este baile se interpreta en los cortijos con motivo de sus fiestas familiares, los cuales acudían a la ceremonia en caballerías enjaezadas.
Murtas, situado en la sierra de la Contraviesa en la parte suroriental de la Alpujarra Granadina. Murtas procede del término mozárabe "mirto", referido al árbol de tal especie, mirto o arrayán. Esta danza del fandango de Murtas está recogida en los Cortijos de la Cuesta Vieja con ocasión del centenario del viaje de Pedro Antonio de Alarcón a las Alpujarras. Los danzantes, como dato curioso, se anudan en el tercio inferior de su pierna una navaja abierta, que acentúa la difícil ejecución del trenzado de los pasos. En su melodía se advierte una marcada reminiscencia árabe.
Alomartes, aparte de tener su jotica, danza que tiene gran influencia de la jota aragonesa, pero con un aire marcado en el acento andaluz, también tiene su fandango. Esta danza que tuvo un gran auge en el siglo XVIII es una mezcla entre el fandango y la malagueña, se solía bailar en las bodas y los bautizos y, principalmente en las fiestas patronales.
Dólar, este fandango se suele bailar el día de San Andrés, las parejas buscan la conjunción entre los danzantes para ejecutar los pasos. Su musicalidad tiene un claro aire del Verdial y el cantaor va improvisando las letras, al igual que ocurre con los trovos.
La Malagueña de Lanteira. Esta danza es una muestra de su procedencia, el fandango; con este aire se ve claramente su influencia árabe. De estilo vigoroso, de gran variedad en su evoluciones y mudanzas: enredaos cruces, robaos, rueda del pavo etc. Se baila por las Fiestas de Navidad encargándose de la organización la Hermandad de las Animas.
Empezaremos como no, por el fandango llamado de Graná o del Albaicín. Este fandango, de clara influencia árabe como todos los de la provincia, con cierto aire campesino en sus principios, se bailaba en las Zambras del Camino. Su ritmo y cadencia le dan un toque de elegancia, con acompañamiento de guitarra, laúd y bandurria. Su adaptación coreográfica para cuatro mujeres, forma parte del repertorio de las danzas típicas. Este fandango es llamado hoy en día también, como de Frasquito Yerbabuena, por ser quien lo paró para cantarlo solo sin baile.
Puebla de Don Fandrique: Este Fandango es sin duda alguna, uno de los más interesantes monumentos flolclóricos de nuestra provincia. Sus vestimentas, la vistosidad de los Cascamorras, y el ritmo vivo de la danza, nos trasportan a un mundo inrreal en el que trasciende el recio espíritu de sus gentes.
Fandango de Otívar, llamado también robao de los cortijos. Este baile aunque con ligeras variantes, se ejecuta en toda la Alpujarra. Otívar es un pequeño pueblo situado en la Sierra de Cázulas. Estos fandangos se solían bailar como forma de diversión en las casas y cortijos, y la función que tenía era de animar y encauzar el galanteo de la pareja, según Antonio Novo uno de los últimos cantaores de este fandango. Hoy en día el cantaor Ángel Rodríguez "Chanquete" es quien se prodiga bastante en este cante, ya que aunque criado en Granada es natural de Otívar.
Como centro de la costa, Motril también tiene su fandango bailable, el Zángano de Motril; como se desprende de su nombre, se observa difícilmente cómo los hombres ejecutan los pasos en torno a las mozas: las zanganean, se suele bailar en tresillo, formado por tres figuras iguales que se tocan en el tiempo que se deberían tocar dos. Esta danza alegre y bulliciosa está compuesta por dos mujeres y un hombre.
Almuñécar, pueblo fundado por los Fenicios es un claro ejemplo de los múltiples tesoros que posee. Entre estos tesoros hay que resaltar su fandango cortijero o de Almuñécar. Este baile se interpreta en los cortijos con motivo de sus fiestas familiares, los cuales acudían a la ceremonia en caballerías enjaezadas.
Murtas, situado en la sierra de la Contraviesa en la parte suroriental de la Alpujarra Granadina. Murtas procede del término mozárabe "mirto", referido al árbol de tal especie, mirto o arrayán. Esta danza del fandango de Murtas está recogida en los Cortijos de la Cuesta Vieja con ocasión del centenario del viaje de Pedro Antonio de Alarcón a las Alpujarras. Los danzantes, como dato curioso, se anudan en el tercio inferior de su pierna una navaja abierta, que acentúa la difícil ejecución del trenzado de los pasos. En su melodía se advierte una marcada reminiscencia árabe.
Alomartes, aparte de tener su jotica, danza que tiene gran influencia de la jota aragonesa, pero con un aire marcado en el acento andaluz, también tiene su fandango. Esta danza que tuvo un gran auge en el siglo XVIII es una mezcla entre el fandango y la malagueña, se solía bailar en las bodas y los bautizos y, principalmente en las fiestas patronales.
Dólar, este fandango se suele bailar el día de San Andrés, las parejas buscan la conjunción entre los danzantes para ejecutar los pasos. Su musicalidad tiene un claro aire del Verdial y el cantaor va improvisando las letras, al igual que ocurre con los trovos.
La Malagueña de Lanteira. Esta danza es una muestra de su procedencia, el fandango; con este aire se ve claramente su influencia árabe. De estilo vigoroso, de gran variedad en su evoluciones y mudanzas: enredaos cruces, robaos, rueda del pavo etc. Se baila por las Fiestas de Navidad encargándose de la organización la Hermandad de las Animas.
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