UNA GENERACIÓN DESAPARECIDA
Del libro de Eduardo Molina Farjardo, "el flamenco en Granada".
En la taberna del "Faquillas" en el Campo del Príncipe, con su riquísima colección de 300 discos antiguos de flamenco, en que se recogen las más puras y valiosas voces desaparecidas, podemos evocar a toda una generación de cantaores granadinos, que ofrecieron la flor de su canto en los años 1925 en adelante y en su mayoría rindieron ya su tributo a la muerte. Manuel Soler Palma, "Faquillas" (n. 15-1-1911, m. 3-11-1973), barajaba nombres de su época de cantaor, con la emoción de los tiempos viejos. Y también su vida desde niño, enraizada en el cante de aquellos tiempos en que, viviendo en la taberna de "La Niña de Palmilla", la niña entre 24 hermanos, escuchó el canto del "Calabacino", Eulogio, y el "Tejeringuero". En su época de escucha allí y en el bar de "Picharrica", del Puente de la Virgen, al que concurrían flamencos del Matadero, gastaba sus cinco o seis años, almacenando ilusión. Luego, "Faquillas" cantó por todos los estilos, con arte aunque pequeña voz. Fue botones del Centro Artístico en los preparativos del Concurso de Cante Jondo, barbero, camarero del "32", jefe de billar del Liceo y concurrente a la taberna de "La Trini", establecimiento precioso con su pilar lleno de cangrejos vivos; la "Viuda de Peña"_un poco antes de llegar a la casa seudoárabe de la célebre cantante "La Tortajada" en la Plaza de la Mariana que tenia un patinillo con un nogal en donde se estableció el teatrito "Talía" y que ofrecía a sus de madrugada la "monas" junto a grandes vasos de aguardiente de pasas; y la taberna de Félix Pérezcon sus enormes tajadas de bacalao frito, por tres chicas o un real si se embutían en un bollo, llamado los noctámbulos. A Soler Palma, le apodaron el "Faquillas" por semejanza de un señorón del mismo sobrenombre, don Francisco Gómez, propietario del Teatro Cervantes, y que vestía, como él, pantalón ajustado y tacón alto. Soler era apasionado de los cantes del jerezano Cepero y bastante veces el "Yerbabuena" lo unió a su corro de flamenco para oírle cantar largamente. El "Faquillas", con más de sesenta años seguía siendo eje de una reunión flamenca en su taberna, asistía a las más célebres citas jondas de Andalucía, y casi todo él vivía para el cante, con apasionado recuerdo hacia sus viejos compañeros.
Otros doce nombres castellanos de cantaores vamos a recordar, con la unción hacia lo desaparecido.
Ellos llenaron muchos años de tradición jonda y aunque su recuerdo se ha difuminado, quiero dejar constancia de su nacimiento y actuación en Granada.
Rosario García, muy joven y vistosa, interpretaba cantos de poder, granaínas y fandangos. Desapareció de la ciudad y pronto llegaron sus dicos "Cantos de Graná", con su voz plena de belleza, limpia y flamenca. En dicha grabaciones fue acompañada por Manolo de Badajoz.
Antonio Martínez Camacho era corredor de fincas, luego se marchó a América y desde Brasil llegó un disco suyo con cantos a estilo de La Niña de los Peines. De regreso a su tierra fue camarero en el "Ultimo Ventorrillo" y cantaba con voz grande, terrible, granaínas y malagueñas, preferentemente estas últimas con el estilo de Enrique el Mellizo, y también soleares siguiendo la manera del "Portugués.
Eulogio Crespo "El Pellejero", estaba colocado en un taller de curtidos en la calle de la Virgen, y tenía un carácte alocado y una bonita voz, espléndida y muy afinadaen los cantes de Málaga y Levante. También en peteneras, tangos y tientos y en todos los cantes de la Niña de los Peines.
Del mismo barrio del Matadero era el "Chorreando", cochero, que, con la tendencia de los caballos, se trasformó chófer. Tenía una preciosa voz en falsete y cantaba para sus amigos en la taberna de "La Niña de Palmilla".
Cercana a la anterior estaba la taberna del "Alpiste", en la acera del Darro. Era hombre muy grueso_de ahí el apodo con bonita voz para cantes livianos. Se inventaba las letras, a veces sin rimar, y las lanzaba entona-
do, puro, por las buenas de Dios. Convocaba en su tabernilla a los cantaores y alternaba con ellos, demos-trando su afición entusiasta.
Un tallista, Pepe " El Chicharro", gordillo y de mediana estatura, aficionado de la peña Pepe "El Mellao", cantaba por todos los estilos, pero prefería las malagueñas con aire de don Antonio Chacón.
Y perseguido por su pasado, "El Milena" Miguel, era un cochero, que en riña mató a un hombre en la taberna de "Los Manueles", entre las viejas calles Mañas y Moras, desaparecidas al derribar "La Manigua". Y cantaba con un dramatismo hondo y recordante.
"El 14" que cantó con "El Maesíllo" y a veces en unión del "Almenndrillas" y otras con Soler el "Faquillas", en los años anteriores a nuestra guerra civil, se llamó Francisco Torres Fernández, de la familia "Los 14", pescaderos del barrio del Realejo. Cantaba bien los caracoles con una gran fuerza interpretativa. Murió de tuberculosis en el año 1937.
Aunque era almeriense, Mariano Morcillo Laborda formó parte hasta su muerte del mundo flamenco granadino. A los 10 años tocaba la guitarra, y en su juventud, con los gitanos granadinos y como miembro del cuadro "La Andalucía en tiempos de moros" acudió a la Exposición Internacional de París. De día, jefe de Negociado de Hacienda, y de noche, animador de las fiestas, con su desvergonzada zarabandilla y sus muñecos bailadores, manejados con hilos invisibles y largos palillos.
"Pepe por Dios" era el apodo de toda una familia del barrio del Matadero. Uno de ellos Pepico, recogió la esencia cantaora de su casa, y entonaba con gran fuerza soleares en sus tertulias de amigos. Se marchó a Sevilla, como aparcero del Niño Gloria y tuvieron que dedicarse a pescaderos, encontrándosele en la flamenca taberna de las "Siete Puertas", en la Europa.
Pepe "El Tomillo", camarero de Los Manueles, hacía gala de la fragancia de su nombre, trasmitida al cante.
Vivía en la Atarazana de la Cuesta del Pescado, y en el salón de su casa, reunidos los amigos, interpretaba muy bien los cantes de la tierra, acompañado por Nicolás "El Tuerto".
El último de este grupo, "El Carlillos" era un albañil, con una bonita voz flamenca. Simulando un pregón de vendedor de frutas, lanzaba su copla, con la gracia de lo espontáneo.
Arturo Fernández.
Arturo Fernández.
Buen recordatorio, Arturo. ¿Por dónde andaba un llamado "Niño de Granada" que ganó un concurso en Córdoba en 1923 y dejó alguna grabación? Un abrazo
ResponderEliminarAndrés, el Niño de Granada no viene como tal, porque creo que aquí se le conocia por Migulillo
ResponderEliminarel de las saetas, esto ya lo he preguntado pero nadíe me ha sabido responder. Seguiré invetigando