31/3/11

GRANADA Y SUS GUITARRAS


         En las noches de la primavera granadina, se siente el eco humanísimo de la guitarra. Gime en la madrugada cantando, desde las cuevas de Valparaíso, bajando por el valle con el río con ese olor de azahar, nardo y jazmín de los Cármenes albayzineros de Granada, hasta llegar a Plaza Nueva, y, desde allí perderse con ese airecillo fresco que baja del castillo de la colina hacia los rincones más austeros, mezclándose con las luces melancólicas de nuestras calles y plazas. En las noches placidas, resuenan en las cuevas de las zambras de Granada,  al ritmo que le marcan la luz de las estrellas; suena doloría y melancólica. Cada una de sus seis cuerdas es un lamento maravilloso que se esparce en el aire en fragmentos hilvanados deleitándonos los sentidos con sus adornadas melodías.
Arturo Fernández

                                                                                                 
          Desde don Hernando de Orellana, que vivió en la primera mitad del siglo XVI. Posiblemente fue el primer guitarrista en nuestra ciudad de renombre, hasta nuestros días han sido muchos los buenos tocadores que han nacido o pasado por esta ciudad de ensueño. La guitarra granadina revolucionó la creación musical en la primera mitad del siglo XIX.
          Recordemos, entre otros a Francisco Rodríguez Murciano,  Andrés Segovia, al maestro Recuerda, Manuel Jofré "Niño de Baza", Francisco Rus, Juan Hidalgo "Ovejilla", José Cuéllar, Eduardo Gonzáles García, Miguel López "El Santo", Vicente Fernández Maldonado "Vicente el Granaino", Manuel Martín Liñán, José Recuerda Rubio,  Juan Marote, la saga de los Habichuelas, Paquito y Miguel Ángel Cortés, Manuel Cano Tamayo pasando por Antonio Barrios "El Polinario" y su hijo Ángel Barrios, Carlos Zárate, Luis Mariano, Habichuela "Nieto" etc...
Nos cuenta el crítico inglés John B. Trend que un día D. Manuel de Falla lo llevó a su taberna situada en la calle Real de la Alhambra, y en el patio, el pilar había sido ahogado con una toalla, pero no silenciado totalmente; se oía un ligero murmullo de agua que corría a la alberca. don Ángel Barrios, hijo del "Polinario" estaba sentado con la guitarra sobre sus rodillas. La había afinado de un modo que, en cierta extraña manera, armonizaba con el agua que corría y estaba improvisando con sorprendente inventiva y variedad. Pero es que Granada es tierra de guitarra, de fantasía y belleza inusitada.
                                                                                             Arturo Fernández


                                                  
                                                           

Armando Javier López. Concertista granadino 


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