20/11/09

CANTAORES GRANADINOS MANUEL ÁVILA DE MONTEFRÍO UN BOHEMIO DEL CANTE


          Hoy se me ha venido a la memoria el recuerdo de mi amigo y cantaor, Manuel Ávila de Montefrío, y me he visto en la necesidad de escribir unas letras recordando algunas cosillas que me pasaron con este peculiar cantaor.
       
          "¡Pepe de mi alma!: Vengo jartico de trabajar en los olivos, me he encelado con el trabajo y he estado cuatro horas, soy un bicho, me he tenido que tirar al suelo ya muerto; como siga así voy a durar muy poco. Antes tenía yo edad para eso pero ya... Y, ya te contaba todas las enfermedades del mundo.

          Así era Manolo Ávila, nacido en Montefrío el día 2 de septiembre de 1912, una voz que nunca paraba, una enciclopedia viviente

          Recuerdo la primera vez que me lo presentaron en Plaza de Bib-Rambla. Ya sin conocerme, empezó a cantarmé, me acuerdo que me dijo: mira niño esta letra, y echó a cantar como si estuviéramos en cualquier peña. Así era Manuel: no le importaba dónde estuviera para enseñarte un cante. Por cierto, me acuerdo que, estando Manuel recién operado de corazón le habían puesto una válvula, y saliendo de reanimación, yo iba al lado de la cama hacía la habitación, me dice: mira niño, y empieza a cantarme una malagueña de Chacón dando en el reloj la una, y viendo que no podía, me dice: niño estos tíos no me han dejado bien y riéndome le tuve que regañar, pues acababa de salir prácticamente del quirófano. Pero es que Manuel era un bohemio, de cultura en la sangre, como decía Lorca. Por supuesto, que ésto me caló y esa letra se me quedó grabada en mi mente ya para siempre, con esa vez que la sentí.

          Luego, con el tiempo, ya en sus últimos años, estuvimos cantando juntos en un grupo que forme a través de la Excma. Diputación por toda la provincia de Granada, donde nos pasaron múltiples de anécdotas, y donde aprendí mucho de Manuel, sobre todo, los cantes de Levante, en lo que era un maestro.




          En 1991 graba su último disco titulado: "El Flamenco Antiguo" de Manuel Ávila, el cual él ya no verá, ya que el disco se editó en1994, y Manuel nos dejó un año ante, dicho disco tuve la suerte de presentarlo a titulo póstumo en el Museo de Badalona, con la guitarra del maestro Paco Jarana.

          Una vez allí nos acogieron muy bien los componentes de la Tertulia Flamenca de Badalona, a los que desde aquí les doy las gracias, como son; José Mayo, por entonces presidente de la peña, Rafael Vargas escritor y poeta, Curro Gadella locutor y poeta, y una representación del Excmo. Ayuntamiento encabezado por su alcalde. Allí adoraban a Manuel. Me lo llegaron a comparar con Chacón y aunque eso me gustó, yo sabía que no era tanto; cada uno en el lugar que le corresponde.
          Ellos ya habían reeditado en compact, el disco que grabó con Manolo Sanlúcar: "Raices del Cante," cosa que aquí en su tierra no se le ha hecho porque se podía recopilar todo lo que grabó Manuel, pero es que nigún granadino es profeta aquí; es mejor lo mediocre de otro lugar, es más pomposo. Así somos los granadinos.



Montefrío


          Un buen día me contratan para cantar en el llamado " Festival Flamenco de Montefrío " y la satifacción que sentí fue muy grata. Entonces, una vez terminado el festival, estuve hablando con Amalia que era por parte del Ayuntamiento la encargada de organizar dicho festival, y le comenté de por qué no se llamaba de Manuel Ávila. La idea le gustó, pero teníamos la pega de que en el pueblo habían nacidos otros cantaores, y ya se sabe, en los pueblos hay que tener contentos a todos, así que al año siguiente el XXII Festival Flamenco se hizo en memoría de Manuel, Rogelio Peña y Paco de Montefrío..

          El cartel estuvo formado por Rancapinos,  Nene de Santa Fé, Magdalena Ramos y Arturo Fenández, el baile de Nuria Morales y Francisco Guerrero y las guitarras de Paco Jarana y Manuel Díaz. A partir del año 1995, el festival se llamó de Manuel Ávila, que por cierto, en dicho festival también tuve la suerte de cantar.

Gracias Manuel por todo lo que nos dejaste.

P.D. Haber si entre todas las peñas de Granada se le hace un homenaje como Dios manda.

                                     Os dejaré una minera
                                     que la canten en La Unión
                                     el día que yo me muera.


                                                                                
                                                                                   
                                                                                                                                                                                                                                                     
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
                                                                                    



9/11/09

A Federico García Lorca

    El ÚLTIMO PASEO
                                     

Se oye lejano, el tañido
pausado y sereno del reloj
de la iglesia de Víznar.

Don, don, don,
acababan de dar las doce.

Aquella madrugada
alrededor de la Colonia
un aire perceptible.
Parece que estuviera dormido.

Quizás, el sonido del búho
sobre la cogolla del ciprés
irrumpía aquel silencio
presagiando aquel fatal desenlace.

Entre las paredes de aquella
habitación opaca y fría,
las horas apenas pasan;
se hacen eternas, pesadas,
angustiosas e inquietas.

La quietud desesperante 
que él siente en la soledad
de su desamparo,
le hace de nuevo sentir
los sones del reloj de la iglesia.

Don, don, don.

Un miedo inexplicable
se apodera de él.
Aquella noche todos los fastamas
le vienen al pensamiento.
Y un frío extraño y sudoroso 
le va quemando por dentro.

El chirriar de la puerta que se abre,
deja penetrar un hilo de luz
donde la sombra de la muerte se refleja.
¡La hora de ponerse en camino ha llegado!

Estaba claro que él presentía su fin.
Por aquel camino pedregoso
el miedo le hacía ir cabizbajo y despacio,
sus pasos eran torpes y vacilantes.
Abatido y desolado,
sabía que aquel sería su último paseo
bajo la luna redonda de la noche.

Una escuadra de buitres negros,
miserables sin escrúpulo,
arrogantes y sangrientos,
caminaban tras él con paso firme,
sin vacilar, fusiles al hombro.

El silencio de la noche,
solo era interrumpido
por las pisadas sobre las hojas
calcinadas del camino pedregoso.

Él, que tanto temía a la muerte.
Pasado el barranco, junto a los pozos,
caía fusilado sobre aquella fosa fría.
¡Ay! Aquel grito de tragedia
se esparció por el aire de Granada.

El pelotón de la muerte
había consumado el crimen,
quedando ya para siempre
en la tumba del silencio.

Aquel reloj de la iglesia de Víznar
jamás volvería a sonar igual.

                             Artuoro Fernández   15 de Agosto del 2009