Seguiriya
en el silencio del alba,
y calla el viento agonizante
cuando suena la guitarra.
El grito se vuelve llanto,
el quejío se desangra,
y la voz se queda muda
en el rizo de tus enaguas.
Cuando se entremezcla el aire
en el fuego de la fragua
se desgarra el corazón
y llora de pena el alma.
¡Ay Darro! sí te contara
las veces que te he lloraoen tu Paseo de los Tristes
por seguiriyas gitanas.
Arturo Fernández